¡Ni Rubiales, ni leches! La selección española necesita menos paños tibios y más autocrítica

Mirarnos el ombligo es el deporte nacional de España. Muestra de ello es que desde la Eurocopa del 2012, llevamos 6 años repitiéndonos el mantra de «somos los mejores» y «somos superiores», aunque los resultados muestren lo contrario.

El problema empieza cuando los periodistas y comentaristas deportivos se van en elogios cuando España gana uno u otro partido amistoso. Y cuando nos llenamos el estomago con nuestras propias mentiras.

Si un equipo juega distinto a España, resulta que el otro equipo no ofrece nada o no juega a nada. Si el otro equipo es defensivo, no merecen ganar porque juegan replegados y España no. No importa si a Italia le ha funcionado, el tema es desmerecer al contrario.

De hecho, para los irresponsables comentaristas deportivos españoles, parece que para que una selección extranjera juegue bien debe jugar a lo mismo que España.

Debacle roja

Según la «manada de comentaristas deportivos» españoles, y no digo periodistas, porque el 90% ni siquiera terminó el bachillerato, mucho menos tener la carrera universitaria de periodismo, en este mundial España fue superior a Portugal, fue superior a Irán y fue superior a Marruecos, aunque la realidad es que le ganamos a Irán gracias al VAR y pidiendo la hora.

Pero eso nadie se atreve a decirlo. Decir la verdad es pecado en España. Y optamos por buscar excusas baratas como que la culpa es de Rubiales, de Lopetegui, de Hierro, del diablo o de su hermano, pero jamás de los jugadores, que al fin y al cabo fueron los que hicieron el ridículo.

Afortunadamente, en BalonBall estamos comprometidos con la verdad. Y como tenemos criterio propio y nadie nos dicta los editoriales, podemos decir a gritos: ¡Ni Rubiales, ni leches! España era una banda, y no jugaron a nada.

Te gustará más o menos, pero es la verdad. Y las verdad nos hará libres. Buscar excusas no ayudará a la roja a mejorar. Si decimos que todo está bien, entonces no hay que cambiar nada.

A continuación decimos las cuatro verdades que todo el mundo sabe, pero que nadie dice:

España no tiene la mejor defensa. Sergio Ramos y Piqué son buenos defensas, pero con periodos de desconexión peligrosos en los que cometen errores letales. Nacho y Jordi Alba están a años luz de ser los mejores en su posición.

España no tiene el mejor centro del campo. No sabemos quién fue el genio que se inventó esto, pero está claro que es una tontería. A menos que tener el mejor medio campo se refiera a dar 800 toques en el medio campo, pero sin avanzar. Isco, Lucas Vazquez, Thiago, Busquets, Silva y Marco Asensio, no son mejores que Kroos, Draxler, Ozil, Khedira, Mueller y Gundogan. Tampoco son mejores que el medio campo francés o brasileño. Es un buen medio del campo, como muchos otros. Y nada más.

La delantera de la roja apesta. Es verdad que Rodrigo, Iago Aspas y Diego Costa son tres buenos delanteros, pero ni de broma se acercan al poderío que exhiben selecciones como la brasileña, alemana, francesa, argentina o belga. Quizás la delantera sea el único aspecto en el que la roja puede soñar. Pero para que la delantera española sea efectiva necesita participar en el juego.

España no juega a nada. Alguien debería decirle a la federación que el Tiki Taka ya todo el mundo lo conoce y saben como contrarrestarlo. También habría que decir que la posesión del balón por si sola no gana partidos. Es necesario combinar la posesión con un sistema de juego definido para que sea efectivo.
Tocar por tocar, aburre.

En resumen, dejémonos de excusas y paños tibios, y demos paso a la nueva etapa de la selección española.

Manu Cabrera

Ingeniero de profesión, amante de la naturaleza, los animales y obviamente del deporte. Aficionado al baloncesto, fútbol y béisbol.

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